Mantener una piel joven y radiante es la principal preocupación de toda persona que preste atención a su aspecto y tome parte activa en tratamientos estéticos para cuidar su belleza. No se trata tan sólo de detener los efectos del envejecimiento, si no de devolverle a la persona la confianza en sí misma y conseguirle una imagen que irradie salud a cualquier edad.
Las agresiones ambientales y el simple paso el tiempo son los principales enemigos de una piel sana y bella. El deterioro de las células, la reducción de la actividad del organismo, los cambios hormonales, la falta de nutrientes, los daños solares e incluso los efectos de la gravedad, son factores que provocan que la dermis se vea flácida, se arrugue y aparezcan antiestéticas manchas. Para eliminar o disimular estos daños se requieren tratamientos específicos que ataquen la raíz del problema sin perjudicar en otros ámbitos.
Última aparatología
Existen hoy en día multitud de tratamientos para tratar los signos del envejecimiento que no requieren cirugía. La utilización de técnicas no invasivas, menos agresivas con el organismo, es una tendencia cada vez más popular, en especial en la actual situación económica que requiere de menores gastos. Además, se trata de tratamientos de acción y resultados rápidos, por lo que su aplicación no afecta a la rutina diaria de las clientas.
Algunos de estos tratamientos más novedosos y populares son:
– Radiofrecuencia: un clásico que se renueva con cada nuevo avance tecnológico. La base de esta técnica es la generación de un campo eléctrico con una frecuencia a partir de 1MHz y que va alternando su polaridad positiva-negativa, lo que provoca un movimiento rotacional de las moléculas afectadas. El movimiento genera un aumento de la temperatura que, aplicado de forma mantenida en la zona interesada, obliga a las células a defenderse activando sus mecanismos de defensa y regeneración. Esto provoca un rejuvenecimiento de la zona gracias al aumento de la microcirculación y al aporte de oxígeno y nutrientes a las células, así como la mejora del drenaje linfático y la calidad del colágeno y la elastina, llegando a crear colágeno que rétense la estructura dérmica. Sus resultados, aunque son los que más tiempo requieren para hacerse visibles, consiguen un cutis más tenso y reafirmado, con las arrugas atenuadas y las cicatrices de heridas y acné recuperadas.
Dentro de la radiofrecuencia encontramos el sistema proiónico, que utiliza un equipo de electroterapia para convertir la energía eléctrica (a una frecuencia única de 448kHz) en térmica. Trata los tejidos desde el interior y promueve su autoreparación aumentando la temperatura interior de la zona tratada entre 3 y 5 grados a través de tres procesos: en la primera fase, atérmica, se equilibra la célula; en la segunda fase, térmica, se aumenta la microcirculación y el metabolismo de la células incrementando su aporte de nutrientes y oxígeno; y en la tercera fase, hipertérmica, se logra el equilibrio iónico. De esta manera, no sólo se consigue una mejora del aspecto de la dermis, si no que actúa sobre todo el organismo aliviando el dolor y estimulando las defensas naturales.
– Luz Pulsada: incluye todo un repertorio de tratamientos de fototerapia que utilizan luz de alta intensidad filtrada para evitar daños y aplicarse de forma completamente segura. Actualmente se emplea en multitud de ámbitos gracias a su gran versatilidad de trabajo, activando la regeneración celular mediante pequeños ataques controlados. En el caso de los tratamientos antiaging, la técnica de la IPL es especialmente efectiva frente a las manchas, las rojeces, las pequeñas arañas vasculares y otras alteraciones de la pigmentación de la piel: la luz es absorbida y transformada en calor por la melanina de las manchas y la hemoglobina de las lesiones vasculares, generando un proceso de oxidación que elimina estas dolencias y devuelve la luminosidad natural al conjunto de la piel. Aparte de la IPL común, también podemos encontrar la tecnología I2PL, luz pulsada intensa doblemente filtrada en la que se acota la luz emitida según el tipo de piel a tratar y se eliminan las longitudes de onda innecesarias, reduciendo al máximo los daños potenciales y trabajando sólo con la fluencia óptima.
– Terapia LED: la utilización de diodos de baja potencia permiten que la energía de la luz pura llegue a las células y los tejidos más castigados, reforzando y mejorando la base de la zona a tratar. Este restablecimiento de la base permite una mejor vehiculización de los cosméticos aplicados posteriormente, potenciando sus resultados finales. Además, la estimulación de la microcirculación de oxígeno y nutrientes junto al incremento del metabolismo celular consigue una renovación profunda de la piel, que surge más suave y luminosa ya desde el interior.
– Ácido hialurónico con láser frío: las moléculas de este compuesto, elemento vital de una estructura dérmica firme, son demasiado grandes para penetrar a través de los poros de la piel. Sin embargo, utilizando un láser frío, pueden descomponerse las membranas superficiales de las moléculas, logrando que las partículas de ácido hialurónico se introduzcan bajo la dermis. Una vez reunificadas las partículas y junto a las moléculas de agua, se consigue un relleno efectivo de las arrugas y surcos de la piel, además de una aceleración de la regeneración de la misma, favoreciendo la síntesis de colágeno y elastina y la bioestimulación de los fibroblastos.
– Microcorrientes: la estimulación mediante pequeños impulsos eléctricos de baja intensidad (de menos de 600 miliamperios) similares a los que genera el propio organismo consigue una acción a nivel profundo conocida como “reeducación muscular”. Los efectos bioquímicos de las corrientes consiguen una elevación de los músculos para que vuelvan a su posición original, además de aumentar la circulación sanguínea y linfática favoreciendo la penetración de los ingredientes activos de los cosméticos utilizados, entre otros beneficios. De esta manera, se redefine todo el contorno facial en su conjunto, suavizando las arrugas y disminuyendo las bolsas de los ojos.
– Electrolifting: las corrientes de esta técnica actúan directamente sobre el tono muscular y la flacidez cutánea, consiguiendo un efecto flash perfecto para un día especial. El tratamiento combina las corrientes eléctricas, las manipulaciones específicas y cosméticos de fijación, lo que permite modelar a voluntad el óvalo facial sin utilizar métodos invasivos, pudiendo incluso incidir de forma precisa sobre cada zona aislada del rostro.
– Mesoterapia virtual: también conocida como electromesoterapia o electroporación, crea unos poros transitorios a través de los cuales resulta más fácil y efectiva la entrada de ingredientes activos estériles. Aplicando corrientes de media frecuencia moduladas se estimula la creación de “electroporos” en la piel y la membrana celular, unos poros de mayor tamaño, temporales y reversibles, a través de los cuales es posible la entrada de macromoléculas de cosméticos que habitualmente no pueden penetrar en las células. De esta manera se logran resultados mucho más visibles en la eliminación de arrugas y manchas, la reafirmación de la piel e incluso mejorando el tono muscular.
Combinaciones asombrosas
Ningún tratamiento es absoluto ni se puede detener del todo el reloj del tiempo, pero lo que sí podemos lograr es frenar y corregir ciertas alteraciones mediante la combinación apropiada de técnicas estéticas. Estudiando bien las necesidades de cada cliente y los efectos específicos de cada tratamiento, podemos planear un programa de mantenimiento que ataque los efectos del envejecimiento desde todos los flancos, combinando la aparatología y los cosméticos para una piel preparada y receptiva para cualquier tratamiento y mejores resultados.