El sol en invierno no quema del mismo modo que en verano; eso es un hecho. Sin embargo, esto no quiere decir que en esta época del año en ciertas zonas no sea necesario protegerse igualmente de sus rayos; sobre todo si se quiere preservar la blancura de la piel y no sólo la salud.
Anteriormente, de cara al verano y a los baños de sol siempre estaba presente la misma dualidad: proteger la piel de los rayos UVA pero broncearla a la vez. No obstante, cada vez es más frecuente que el bronceado no sea una prioridad y sí lo sea preservar la blancura de la piel.
Para ello, además de utilizar cremas solares, son útiles los sombreros o las pamelas en playas y piscinas cuando llega el verano. Desafortunadamente no siempre esto es suficiente para evitar las incidencias del sol sobre la piel y en muchas ocasiones después del verano es inevitable que el sol haya dejado rastros en la piel; ahí es donde entra en juego el peeling para regenerar el rostro.
Lo mejor en estos casos es combinar aparatología en cosmética; con la primera se realiza el tratamiento en cabina al paciente y con la segunda éste continúa por su propia cuenta el mismo prolongando e intensificando sus efectos. En cuanto al tratamiento realizado por profesionales, este suele y debe incluir agentes despigmentantes para eliminar las manchas de la piel como pueden ser el ácido Kójico o los AHA. Los aparatos empleados en el tratamiento deben de estar asimismo orientados al tratamiento de la hiperpigmentación puesto que así se mejorará y blanqueará el estado de la piel.
Los productos y cosméticos que suponen la continuidad del tratamiento en cabina, por su parte, deben contener una serie de principios activos y contar entre sus componentes con algunos como la Palmaria Palmata o alga roja (una planta acuática capaz de limitar la melanogénesis inhibiendo la síntesis de tirosinasa y de melaninos), la flor de regaliz o el extracto de margarita.
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