Tratamientos de Adelgazamiento en Linares, Jaén
Boicoteadores de los tratamientos de adelgazamiento.
La dieta de la sopa, la del sirope de arce, la Teatoxing (a base, únicamente, de té) … Los milagros no existen. Ccuando ponemos nuestro cuerpo al límite con dietas radicales y demasiado restrictivas lo común es recuperar con creces todo lo que hemos perdido. Es el temido efecto rebote. Además, ponemos en grave riesgo nuestra salud. Estas dietas suelen presentar un elevado déficit nutritivo y energético.
2. No crear un hábito:
Un error común es tomarnos las dietas como algo temporal, un medio para conseguir un fin, en lugar de plantearlo como un fin en sí mismo. El principal requisito para obtener resultados permanentes a largo plazo es hacer de la alimentación saludable un hábito en nuestra vida. Si al conseguir los resultados esperados nos confiamos y descuidamos la alimentación, volveremos al punto de partida. Todo el esfuerzo empleado no serviría de nada.
3. No tomar suficiente agua:
¡Hidrátate! El agua es la bebida más sana de todas y tomando al menos 2 litros al día notarás cambios importantes en tu cuerpo. No sólo te ayudará a eliminar toxinas. Además, no padecerás retención de líquidos y tu piel, tu pelo y tus uñas te lo agradecerán.
4. Cenar tarde:
Sabemos que con el horario español este punto se nos complica. Aun así, debemos intentar realizar la última comida del día unas tres horas antes de acostarnos. Tenemos que intentar darle tiempo a nuestro intestino a hacer la digestión correctamente. Que la digestión no interfiera en la calidad de nuestro sueño. La cena ha de ser la comida más ligera. Debe estar integrada por proteína y vegetales.
5. No incluir proteínas en las comidas:
Sobre todo en el desayuno. Consumir proteína en nuestro desayuno ayuda a activar nuestro metabolismo ya que al organismo le cuesta más procesar este nutriente. Además, las proteínas tienen baja carga calórica y un gran efecto saciante. Por eso son ideales para mantener a raya nuestro apetito. Favorecen al aumento de masa muscular así que serán tu mejor aliado tras las sesiones de gimnasio. Las claras de huevo y la pechuga limpia de pavo y pollo son algunas de las fuentes más puras para conseguir este nutriente.
6. Tener miedo a las grasas:
¡Grave error! Las grasas son uno de los macronutrientes esenciales para nuestro organismo. Su función es fundamental y bajo ningún concepto debes desterrarlas de tu alimentación. Opta por grasas saludables como aceite de oliva, aguacate o alimentos ricos en omega 3 como el salmón. Una de las tareas de los ácidos grasos es mantener equilibrado nuestro balance hormonal. Siendo los estrógenos, la progesterona, la adrenalina y la testosterona algunos ejemplos de hormonas dependientes de las grasas. También juegan un papel fundamental en la estructura cerebral y en el aspecto de nuestro cabello, piel y uñas.
7. Descuidar la actividad física:
¡No te rindas! Ejercitarnos es indispensable para adelgazar. Cuando hacemos dieta y restringimos el aporte calórico nuestro cuerpo actúa ralentizando el metabolismo y disminuyendo el gasto energético para contrarrestar ese cambio. Al mantenernos activos físicamente aceleramos nuestro metabolismo. Así convertimos nuestro cuerpo en una máquina de quemar grasa. Varía tus entrenamientos. Ve incrementando la intensidad gradualmente para no estancarte y seguir viendo resultados.
8. Un alto nivel de estrés:
¡Relax! Fundamental si quieres llevar un estilo de vida saludable y por lo tanto bajar esos kilitos de más. Cuando atravesamos periodos de estrés nuestro apetito aumenta. Aparece la ansiedad y los atracones. Además, nuestro cuerpo libera hormonas que favorecen el aumento de grasa corporal como la hidrocortisona. Tómate un respiro cuando el ajetreo del día a día te desborde.
9. Obsesionarte con la báscula:
El peso no lo es todo y menos si haces ejercicio. Con el aumento de masa muscular ganamos algo de peso por lo que la báscula no siempre es el mejor reflejo de tu progreso. No te obsesiones, de lo contrario correrás el riesgo de desmotivarte al ver que la aguja de la báscula no baja tanto como quisieras. En su lugar prueba a medirte, es el mejor método para registrar los cambios de volumen.
10. No descansar lo suficiente:
¡Duerme de 7 a 9 horas cada día! Este punto guarda relación con el anterior. Existen ciertas hormonas en nuestro cuerpo que regulan el apetito, ellas son la leptina y la grelina. Estas hormonas cuando hay falta de sueño envían señales a nuestro cerebro que estimulan el apetito. Por ello comeremos más. Si, además, tu insomnio se debe al estrés, entrará en acción la hidrocortisona ,que te hará reservar energía en forma de grasa y te sumergirás en un bucle de aumento de peso.