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La epidemia de la deficiencia en vitamina D afecta a los más pequeños

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Es considerada una epidemia de los países occidentalizados en los que, a pesar de tener acceso a todo tipo de alimentos, cada vez es mayor la prevalencia de esta carencia nutricional. Recientes trabajos se han centrado en evaluar la situación actual y proponer nuevas pautas de suplementación para los bebés en su primer año de vida como estrategia de prevención.

En los últimos años, los científicos y las organizaciones de salud de todo el mundo están llamando la atención sobre el aumento de la prevalencia de la deficiencia de vitamina D en los países considerados como desarrollados llegando a considerarse una epidemia.

Este problema resulta especialmente preocupante en la población infanto-juvenil. Este verano ha sido publicado a este respecto un trabajo (1) que compendia e intenta resumir toda la información sobre ingesta de vitamina D en la población pediátrica europea con el fin de generar unas recomendaciones que se adecuen a la nueva situación socio-cultural.

La deficiencia en vitamina D es algo cada vez más común en los niños sanos de los países occidentalizados, lo cual supone cierta incongruencia pues, según su mercado y la situación socioeconómica de estos países no deberían existir problemas de carencias nutricionales. Según esto, algo está fallando en el estilo de vida de los más pequeños.

Como ya es sabido, para mantener un buen nivel de vitamina D no solo es necesaria una alimentación variada (especialmente rica en pescado azul, huevos y lácteos) sino también es necesaria la exposición a la luz solar, sin la cual nuestro cuerpo no es capaz de sintetizar esta vitamina.

De hecho, tal y como indican los autores del estudio, existen grupos de riesgo concretos en los que es más prevalente esta carencia nutricional y son los niños de piel oscura que viven en latitudes norteñas y los niños obesos. Ambos casos podrían relacionarse con la falta de exposición solar, los primeros de manera involuntaria por el clima y los segundos porque, en general, son niños sedentarios que apenas realizan actividades al aire libre.

 Importancia de la Vitamina D para la salud

Un papel clave en la mineralización ósea al participar en el metabolismo del calcio y del fósforo. Es por ello imprescindible para la correcta constitución de los huesos durante el crecimiento y desarrollo y para el futuro mantenimiento de la densidad ósea durante la vida adulta.

No existe consenso en cuanto a los niveles umbrales de vitamina D en el suero sanguíneo que delimiten la deficiencia o suficiencia de la misma. En general, lo más extendido es considerar  deficiencia cuando la concentración sérica de hidroxi-vitamina D (la forma circulante de la vitamina) es inferior a 25 nmol/L, siendo el valor normal superior a 50 nmol/L (o 20 ngr/ml).

Si una deficiencia severa (< 12,5 nmol/L) se prolonga durante el crecimiento puede provocar problemas de osteomalacia y raquitismo que conducen a deformidades y mayor tendencia a eventos traumáticos como rotura de los huesos.

Sin embargo esta vitamina no sólo es importante para la salud ósea sino que está demostrada su función reguladora del sistema inmunitario ya que actúa inhibiendo las secreción de hormona paratiroidea (PTH) que juega un papel inmunosupresor. Además, la vitamina D promueve la actividad de los linfocitos y macrófagos (2). A todo esto hay que añadir que la deficiencia en vitamina D se ha relacionado en los últimos tiempos con mayor riesgo de hipertensión y enfermedad vascular de cualquier tipo (3). De todo esto se extrae la importancia de mantener unos niveles óptimos de dicha vitamina, más aún durante el crecimiento.

Recomendaciones de suplementación en la infancia

Los autores del meta-análisis comentado al comienzo (1), aconsejan como medida preventiva, la suplementación diaria en vitamina D con 400 Unidades Internacionales (UI) a todos los bebés durante su primer año de vida.

Igual recomendación general hace la Sociedad Pediátrica Canadiense para todos los bebés que se alimenten con lactancia materna exclusiva. Sin embargo, ellos recomiendan doblar esa suplementación a aquellos bebés que viven en latitudes superiores a los 55 grados, los cuales deberían tomar 800 UI/día de Octubre a Abril, siendo el aumento de abril a septiembre en los niños del hemisferio sur (4).

Además, este mismo mes, se han publicado unas recomendaciones generales de suplementación en vitamina D para todas las etapas del ciclo vital dirigidas específicamente a población del centro de Europa (5). En esta guía han intervenido 27 centros de investigación de diferentes nacionalidades, lideradas por un equipo polaco y son consecuencia de la última reunión internacional del Comité “Vitamina D – mínimo, máximo, óptimo” celebrada en Varsovia en octubre del año pasado.

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