Normalmente la organización y planificación de una boda lleva tiempo. El lugar de la ceremonia, la lista de invitados o la elección del vestido de novia son sólo algunos de los puntos clave que debemos tener controlados con cierta antelación.
Sin embargo, la novia no sólo quiere lucir un vestido bonito y un maquillaje perfecto ese día. Lo ideal es que prepare su cuerpo, tanto por fuera como por dentro, para llegar radiante a ese evento tan importante. De ahí que elegir los tratamientos de belleza, la peluquería y cuidar los hábitos de alimentación formen parte de la lista de prioridades que haya que plantearse con tiempo.
No son pocas las mujeres que piensan en comenzar una dieta unos meses antes del enlace para bajar de peso, y por consiguiente de talla de vestido. Pero, ¿cómo hacerlo de forma saludable? ¿Cómo conseguir unos resultados visibles para el día “D”?
Plantéate tus objetivos
No es lo mismo tener que bajar de peso porque nos encontremos en una situación de obesidad o sobrepeso grado II, que querer bajar unos kilos por una mera cuestión estética. Por ello, si no tenemos muy claro en qué situación nos encontramos y qué queremos conseguir el asesoramiento de un profesional médico es imprescindible.
Pero en principio un simple cambio de hábitos de alimentación puede marcar la diferencia. Y para ello lo primero es que conozcamos nuestro estado inicial, es decir, saber de dónde partimos y lo que podemos mejorar. Si en general nuestra alimentación cuenta con horarios regulares, de 3 a 5 comidas al día, con un consumo de unas 5 raciones de fruta y verdura diaria, 1,5 litros de agua y hacemos ejercicio de forma regular, partimos de una buena base. Si nuestro peso se encuentra dentro de los márgenes normales y nuestra salud es buena, lo ideal es mantener esa línea, pero siempre podemos introducir algunas claves que pueden ayudarnos a estar aún mejor.
Incluye pequeños cambios que marquen la diferencia
•Cambia café por infusiones. Si sueles tomar varios cafés al día prueba a cambiar algún café por infusiones. El té verde, rojo o blanco por ejemplo son opciones muy buenas. Este tipo de infusiones tienen propiedades antioxidantes y favorecen la activación de nuestro metabolismo. Pero hay más opciones como el rooibos o las manzanillas que son digestivas.
•No elimines los hidratos de carbono de la dieta. Simplemente cambia el momento de tomarlos. Opta por hidratos de carbono complejos, como cereales integrales o de grano completo. Nuestra actividad metabólica se reduce cuando llega la noche, por ello reduce la cantidad de hidratos de carbono que tomes antes de acostarte. Además, reducir drásticamente el consumo de hidratos de carbono puede generar sensación de falta de energía y produce picos de ansiedad. De nada nos sirve no tomar durante el día cereales, pasta o arroz, si cuando llega la hora de la cena tenemos un hambre voraz, y nos comemos cualquier cosa que pase ante nuestros ojos.
•Toma cenas ligeras y completas. Es mejor cenar y hacerlo bien. Si no podemos tomar una cena ideal, sí podemos hacerla completa y rica con poco tiempo e ingredientes. Una ensalada con pollo, una sopa con verdura y huevo, o una crema con un pescado al vapor son cenas ligeras y rápidas. Pasamos muchas horas durmiendo, sin ingerir alimentos. Y aunque no estemos haciendo un gran gasto metabólico nuestro cuerpo se mantiene más activo cuando las horas de ayuno son menores.
•Presta atención a los acompañamientos. En lugar de tomar salsa César en las ensaladas, prepara una vinagreta con aceite de oliva virgen extra, con vinagre balsámico y unas semillas de sésamo, por ejemplo. Así aligeras las calorías, aportas ácidos grasos insaturados y añades las vitaminas del grupo B del sésamo, que mejoran la salud de la piel y de los tejidos. También puedes sustituir las patatas fritas que acompañan a carnes y pescados por patatas asadas o verduras a la plancha.
•Toma alimentos que te sacien. Como manzanas y frutos secos (sin freír o salar) como almendras o nueces. Toma alimentos proteicos como pescados, pavo, pollo, conejo, bajos en grasas saturadas, y de elevada densidad de proteínas. El consumo de alimentos principalmente proteicos ayuda a saciar antes que otro tipo de alimentos, siempre en el marco de una dieta equilibrada. El triptófano es un aminoácido que forma parte esencial en la producción de serotonina, y los alimentos que lo contienen, como los plátanos, el pescado azul, los huevos, o los cereales como el trigo o el centeno, provocan sensación de bienestar.
Por otro lado, cuando nuestro peso es el ideal para nuestras características nuestro mayor objetivo debe ser mantenerlo y no bajar la guardia. Lo que a seis meses vista parece fácil, a medida que se aproxima la fecha del enlace se complica al aumentar los nervios y el estrés. Es sencillo que entonces nos saltemos comidas, o que las que hagamos sean totalmente desequilibradas.
Por lo tanto, visualiza en un calendario el tiempo que tienes, el que te queda, y piensa que cada día cuenta. Cada comida bien hecha cuenta. No te relajes y que tu motivación sea que en unos meses lucirás perfecta.
¿Qué hacemos si necesitamos perder peso a última hora?
Lo que no hayamos conseguido en los meses previos a la boda no lo vamos a conseguir en sólo una semana. Por ello, no se deben hacer locuras. No dejemos nunca de comer, ni tampoco introduzcamos platos con ingredientes poco habituales en nuestra dieta, con la intención de conseguir milagros. Por ejemplo, no utilicemos nunca productos dietéticos laxantes o diuréticos sin supervisión de un profesional, ya que los efectos negativos pueden ser mucho peor que los pocos beneficios que puedan aportar.
Intenta descansar todo lo posible y procura que los horarios de comida sean más o menos regulares. Y el día antes de la boda toma si te apetece infusiones relajantes (como tila, melisa, manzanilla), evita sustancias excitantes en la medida de lo posible (todas aquellas que contengan cafeína), e intenta hacer una cena ligera, aunque quizás los nervios hagan que tengas poco apetito.
Y por último, ¿pueden los hábitos saludables ayudar a que te sientas mejor los meses previos a la boda? Por supuesto. Por ejemplo, limitar el consumo de azúcares simples, grasas saturadas, aumentar el consumo de frutas y verduras y no pasar hambre, mejoran sin duda nuestro estado anímico. La sensación de tener todos los frentes controlados, tanto los organizativos como lo que ingerimos, genera tranquilidad. De esta manera notamos que tenemos el dominio de cada paso que damos, y seguramente disfrutemos un poco más del camino que nos lleve al gran día.