La rosácea es una enfermedad crónica de la piel de causa desconocida que afecta a mejillas, nariz, ojos, mentón y frente. Se caracteriza por presentar uno o más de los siguientes signos o síntomas: episodios recurrentes de rubor, eritema no transitorio, pápulas, pústulas y telangiectasias en una distribución simétrica. Pueden darse otros síntomas secundarios, incluso en ausencia de los anteriores, como son: sensación de picor y quemazón, piel seca, edema, engrosamiento de la piel, de localización preferentemente nasal (rinofima). El compromiso ocular, en ojo y párpado, se puede encontrar en más de la mitad de los casos de rosácea e incluye síntomas tales como: sensación de cuerpo extraño, escozor o picor, sequedad, quemazón, sensibilidad a la luz, visión borrosa, telangiectasia e irregularidades de la conjuntiva y del borde palpebral; también puede darse chalazión recurrente y blefaroconjuntivitis crónica.
Se han identificado cuatro subtipos de rosácea: eritematotelangiectásica, papulopustulosa, fimatosa y ocular11. Afecta principalmente a adultos de 30 a 60 años, aunque ocasionalmente aparece en sujetos más jóvenes; con más frecuencia en mujeres que en hombres, aunque a menudo de forma menos severa y en personas de piel y ojos claros. El diagnóstico diferencial con otros trastornos incluye:
– El acné vulgar se distingue de la rosácea en que generalmente afecta a una población más joven, por la presencia de comedones y la ausencia de rubor y telangiectasias. – El uso prolongado de corticoides tópicos en la cara puede imitar muchos de los signos y síntomas de la rosácea, especialmente en sujetos predispuestos a padecerla. Los corticoides nasales también pueden producir este efecto. –
-La dermatitis perioral es una erupción eritematosa persistente que se localiza alrededor de la boca y en la barbilla y que se caracteriza por la aparición de microvesículas, descamación y peeling. – La dermatitis seborreica suele ser aparente por la presencia de descamación difusa de localización diferente a la rosácea, preferentemente en cuero cabelludo, por detrás de la oreja, conducto auditivo externo, ceja y surco nasogeniano.
– Lupus eritematoso. – Otras causas de rubor con o sin las características cutáneas de la rosácea, como son los sofocos de la menopausia, síndrome carcinoide, feocromocitoma, policitemia vera, conectivopatías, dermatomiositis, regurgitación mitral y mastocitosis.
Tratamiento de la rosácea
Habitualmente el curso de la enfermedad es crónico, con episodios de reagudización, por lo que el tratamiento se dirige al control de los síntomas. Las medidas generales se deben aplicar en todos los pacientes. En los casos leves y moderados se recomienda el tratamiento tópico; en los casos graves, se puede requerir tratamiento sistémico. La duración del tratamiento inicial con antibióticos tópicos u orales es de, al menos, 12 semanas. La respuesta es gradual y pueden necesitarse de 4 a 6 semanas para observar una mejora de los síntomas (en algunos pacientes esta respuesta puede estar retrasada). Es normal la recaída unas semanas tras la interrupción del tratamiento, requiriéndose a menudo ciclos adicionales. Si las recaídas son frecuentes, puede ser necesario un tratamiento de mantenimiento, generalmente tópico: se desconoce la duración adecuada del mismo, aunque habitualmente se aconsejan 6 meses, seguidos de un tiempo de descanso
Medidas generales
Recomendar a todos los pacientes con rosácea la aplicación diaria en la cara de cremas solares con factor de protección de 15 o más («alta» protección UVA y UVB). – Evitar el uso de corticoides tópicos en la cara. – Evitar los factores desencadenantes que causan rubor, como son las temperaturas extremas, las bebidas alcohó licas, el ejercicio intenso, el estrés, la exposición al sol, comidas picantes, bebidas calientes y fármacos vasodilatadores como antagonistas del calcio.
– Evitar factores que pueden empeorar el eritema y telangiectasia como pueden ser los productos cosméticos limpiadores que contienen alcohol, preparados abrasivos o exfoliantes, maquillajes grasos o resistentes al agua, así como protectores solares, repelentes de insectos o cosméticos que contienen perfume. – Los correctores cosméticos pueden ayudar a ocultar el enrojecimiento.
Tratamiento tópico
Aunque se han utilizado numerosos tratamientos, son pocos los productos que cuentan con estudios de calidad adecuada. La mayoría de los estudios se han realizado en pacientes con rosácea papulopustulosa. Metronidazol y ácido azelaico tópicos han mostrado ser efectivos y no hay pruebas suficientes sobre la efectividad de otros tratamientos tópicos (peróxido de benzoílo, antibióticos como eritromicina, clindamicina y tetraciclinas, sulfacetamida de sodio 10% y azufre 5%, permetrina, retinoides). • Metronidazol 0,75% Es el tratamiento tópico recomendado de inicio para el alivio de las lesiones inflamatorias en pacientes con número limitado de pápulas o pústulas y eritema persistente moderado. Se utiliza a la concentración de 0,75% aplicado dos veces al día; hay limitada evidencia de que una única aplicación diaria pueda ser igual de eficaz. La mayoría de las reacciones adversas descritas con metronidazol tópico son leves e incluyen: prurito, irritación de la piel, piel seca y lagrimeo ocular. Utilizar en embarazo sólo si es estrictamente necesario ya que su seguridad no está suficientemente documentada. • Ácido azelaico 15% Presenta una eficacia similar a metronidazol tópico. Se considera una alternativa para los pacientes que no toleran o no responden al tratamiento con metronidazol tópico.
Tratamiento sistémico
El tratamiento sistémico con antibióticos está indicado en los casos de rosácea moderados o graves, en las formas leves que no respondan al tratamiento tópico y en la rosácea ocular. Hay algunas pruebas de que metronidazol y las tetraciclinas vía oral son efectivos. Se recomiendan como primera opción las tetraciclinas (doxiciclina presenta ventajas en cuanto a absorción y posología). Eritromicina es una alternativa en el embarazo y la lactancia. No se recomienda metronidazol oral debido a que su utilización a largo plazo puede causar neuropatía periférica y requiere control (recuento leucocitario) en tratamientos de duración superior a 10 días.
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